Cuento de la Cenicienta
Esta es la historia de la Cenicienta, un cuento de hadas con un final feliz que ha llegado a nosotros desde hace cientos de años. Esta historia describe a una joven doncella que sufre el abuso de su madrastra y sus hermanastras, pero que al final consigue salir victoriosa y recibir su merecido final feliz.
Todo comienza cuando el padre de Cenicienta fallece. Su madrastra, en un intento de hacerle la vida más difícil, la obliga a servir a sus hermanastras. La joven no se rinde y encuentra fuerzas para seguir adelante, confiando en que algún día las cosas cambiarán para mejor.
La Cenicienta
Había una vez una niña llamada Cenicienta que vivía con su madrastra y sus dos hermanastras. Su madrastra fue muy cruel con ella, haciéndole trabajos pesados y obligándola a usar ropa vieja mientras sus hermanastras usaban ropa bonita. Un día, su madrastra le dijo que tenía que quedarse en casa mientras sus hermanastras iban a un baile en el palacio real.
Cenicienta estaba triste y llorando cuando, de repente, apareció un hada madrina. Le dijo que si era buena y obediente, ella haría que sus deseos se cumplieran. La hada madrina le dio una carroza de oro, seis caballos blancos y un vestido mágico. Cenicienta se vistió con el vestido, se subió a la carroza y fue al baile.
Cuando llegó al palacio, todos quedaron impresionados con su belleza. El príncipe se enamoró de ella en el acto, pero ella tuvo que irse antes de que se acabara la noche. Para demostrarle su amor, el príncipe le dio un zapato de cristal para que lo usara para encontrarla.
El príncipe recorrió el reino con el zapato en la mano, encontrando a todas las mujeres que cabían en él, pero ninguna era Cenicienta. Finalmente, llegó a la casa de Cenicienta y ella se puso el zapato. El príncipe se dio cuenta de que era ella y la llevó al palacio para casarse.
Cenicienta se casó con el príncipe y vivió feliz para siempre. Y su madrastra y sus hermanastras tuvieron que trabajar muy duro para ganarse la vida.
Moraleja: La bondad, la generosidad y el amor son más importantes que el dinero, y a menudo nos llevan a un destino mucho mejor.
Adiós y gracias por leer mi cuento.
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