Cuento de los tres cerditos

Hace mucho, mucho tiempo, vivían tres hermanos cerditos que se llamaban Pedro, Pablo y Juan. Vivían en una casa de paja junto a su padre en un bosque tranquilo y pacífico. Un día, los tres hermanos decidieron salir a explorar el mundo y a buscar sus propias aventuras. Decidieron que cada uno construiría su propia casa para tener un lugar donde vivir y así comenzó el cuento de los tres cerditos.

Los tres hermanos cerditos salieron de su casa con sus herramientas para comenzar la construcción de sus hogares. Pedro construyó su casa con paja, Pablo construyó la suya con madera y Juan construyó la suya con ladrillos. Después de mucho esfuerzo y trabajo duro, los tres hermanos estaban orgullosos de sus casas. Sin embargo, no sabían que estaban a punto de enfrentar una gran prueba de supervivencia.

El Cuento de los tres cerditos

Había una vez tres hermanos cerditos que se llamaban Pequeño, Mediano y Grande. Un día, sus padres decidieron que era hora de que salieran al mundo y construyeran sus propios hogares.

Pequeño, el cerdito más joven, fue el primero en partir. Él decidió construir su casa de paja. Trabajó día y noche para construirla y se puso muy feliz cuando terminó.

Mediano, el cerdito del medio, decidió construir su hogar de madera. Se tardó un poco más que Pequeño, pero fue paciente y trabajó duro. Cuando terminó, estaba tan orgulloso como su hermano.

Grande, el cerdito mayor, decidió construir su casa de ladrillos. Él trabajó más duro que sus hermanos y se tardó mucho más tiempo. Pero al final, su casa era la más grande y la más fuerte de todas.

Un día, un lobo hambriento vio las casas de los cerditos y decidió entrar en la de Pequeño. El lobo aulló fuertemente, "¡Abran la puerta!" Pero Pequeño se escondió bajo la cama y el lobo no pudo entrar.

Entonces el lobo fue a la casa de Mediano. Él aulló con todas sus fuerzas, "¡Ábran la puerta!" Pero Mediano también se escondió bajo la cama y el lobo no pudo entrar.

Finalmente, el lobo fue a la casa de Grande. Él aulló con todas sus fuerzas, "¡Ábran la puerta!" Pero Grande estaba preparado y había cerrado todas las ventanas y puertas con ladrillos. El lobo no pudo entrar.

Así que el lobo se fue sin alimento, y los tres cerditos vivieron felices para siempre en sus casas bien construidas.

Moral de la historia: Nunca se debe perder la esperanza, ya que todo lo bueno viene a aquellos que esperan.

Espero que hayas disfrutado esta historia. ¡Hasta pronto!

 

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